El Bitcoin tiene una oferta total fijada en 21 millones de unidades, un límite inviolable inscrito en su protocolo. Actualmente, aproximadamente 19,6 millones de Bitcoins han sido extraídos, lo que representa el 93,3% de la oferta total. Por tanto, solo quedan 1,4 millones de BTC por producir, y esto a un ritmo cada vez más lento.
Esta disminución exponencial de la emisión de Bitcoin, regida por un evento llamado “halving”, significa que se necesitará más de un siglo para extraer el último 6,7% restante. Se estima que para 2035, el 99% de los Bitcoins habrá sido minado, pero las últimas fracciones, los “satoshis”, no se producirán hasta aproximadamente el año 2140.
Sin embargo, la escasez real del Bitcoin es aún más significativa de lo que estos números sugieren. Se estima que entre el 14% y el 18% del Bitcoin extraído se ha perdido definitivamente, reduciendo aún más la oferta efectiva en circulación. Esta pérdida irreversible contrasta con el oro, cuya mayoría de reservas extraídas permanece disponible en el mercado.
Esta creciente escasez del Bitcoin podría tener profundas repercusiones en el mercado de las criptomonedas. El valor de los bitcoins podría volverse cada vez más sensible a las fluctuaciones de la demanda, con una mayor concentración del valor en manos de los poseedores activos. Incluso podría surgir una prima de liquidez, con el Bitcoin en circulación valorado más que las unidades “perdidas”.
Cómo se reinventan los mineros frente a la escasez
A pesar de la disminución de las recompensas de minería, la red Bitcoin sigue siendo segura gracias a un mecanismo de ajuste automático de la dificultad. Así, cuando la rentabilidad de la minería disminuye, los mineros menos eficientes se retiran, lo que reduce la dificultad para los que permanecen. La red se autorregula de forma permanente.
Incluso cuando las recompensas por bloque se vuelvan marginales, las comisiones de transacción asegurarán la sostenibilidad de la minería. De este modo, la seguridad de la red Bitcoin no se verá comprometida, a pesar de la progresiva disminución de la creación de nuevas monedas.
La escasez intrínseca del Bitcoin, combinada con su oferta fija y la pérdida irreversible de una parte de las unidades, convierte a esta criptomoneda en un activo único en el ecosistema financiero actual. Los inversores deberán entender y adaptarse a esta dinámica de creciente escasez para aprovechar las oportunidades que ofrece el Bitcoin en el futuro.
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